Bartolí era un viejo pescador que tenía un hijo, Pascualet, a quien un mal
día, faenando en el barco de pesca y en medio de una tormenta, la mar, en
complicidad con la bruja Sepia Negra y en un arrebato de celos, se lo tragó.
A raíz de aquel incidente, Bartolí prometió no volver a subir a ningún barco,
hasta que un día, mientras pescaba con su caña en la playa, recibió la visita
de una gaviota parlanchina con la que mantuvo una conversación que le
devolvería la ilusión…
