EL JUICIO DE LOS 23

EL JUICIO DE LOS 23. EL ULTIMO GRAN PROCESO DEL TOP FERROL DICTADURA

Editorial:
EMBORA
Año de edición:
ISBN:
978-84-95460-43-1
Páginas:
248
Encuadernación:
Rústica
Disponibilidad:
Agotado

18,00 €

NOTA: El presente trabajo figura en la obra EL JUICIO DE LOS 23, de Enrique Barrera, Rafael Pillado y José Torregrosa, patrocinada por la Asociación FUCO BUXÁN y editada por Edicións Embora, Ferrol, mayo 2005.
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JUSTICIA BANANERA Y FASCISTA
La actitud del PCE hacia nuestras familias fue ejemplar. A la mía, se le brindó apoyo económico. Mis padres me explicaron que yo seguía recibiendo mi salario integro de La Voz de Galicia, dirigida por los hermanos Pillado Rivadulla. De forma anónima, muchos particulares hacían llegar soporte económico y de todo tipo para presos y represaliados. Puedo dar testimonio de numerosas muestras de solidaridad recibidas de personas y grupos durante la etapa de presidio y después. Era muy emocionante ver gente de economía muy estrecha dar importantes cantidades o preparar un plato de comida con cariño. Recuerdo la presencia en Ferrol de miembros de Amnistía Internacional que vinieron a visitar a las familias de los encarcelados. Tenían la pista del Centro Social de Santa Marina y desde allí los pusimos en contacto con las esposas de los que aún estaban en la cárcel. Más tarde, se personaron en el juicio como observadores.
Al salir de la cárcel-había ingresado el 20 de marzo y salí con la condicional el 22 de diciembre del 72-, me reincorporé a La Voz, pero era imposible trabajar en aquellas condiciones , ya que se me vetaba en todo tipo de instituciones y no podía realizar mi trabajo, por lo que pedí excedencia. Mis planes eran irme a Madrid para intentar la aventura literaria. Era una forma de compensar la amenaza de volver a la cárcel tras el juicio. En el año 75 (año de celebración del proceso), yo vivía en Madrid.
Había un montón de gente en Madrid interesada por los acontecimientos de Ferrol. De la Federación Nacional de Cine-Clubs, me mandaron una cita para que les informase de lo sucedido en el Centro Social de Santa Marina con la clausura del cine-club Concepción Arenal. Los del TEI hicieron, en los días del juicio, una representación dedicada a los 23 de Terror y miserias del Tercer Reich de Brecht. Antes de empezar la función, uno de los actores, puede que fuese Helio Pedregal o Chema Muñoz, leyó un comunicado solidario. Recuerdo que Mela, la Carbonera, se hizo fotos con todos ellos. Esas fotos debe de tenerlas la familia.
En sentido estricto, el juicio no tuvo sólo carácter represivo contra el movimiento sindical, sino contra el avance de las opciones democráticas cara a una transición que se adivinaba cercana e imparable. Coincidían en el banquillo de acusados un variopinto muestrario de demócratas: un abogado, un profesor, un industrial, un sacerdote, un escritor de prensa, una mujer del pueblo y otra universitaria… Siempre detecté que el Proceso de los 23 era visto a la altura de otros célebres procesos -Burgos o 1001-en aquel Madrid convulso de condenas a muerte, atentados sangrientos y desmoronamiento general del franquismo y la simpatía mayoritaria del pueblo llano hacia nosotros. Lo digo porque, habiendo trabajado en diversos oficios: camarero, repartidor de propaganda, vendedor de libros…, estuve en contacto con gentes de extracción social media y media baja, que manifestaban un abierto deseo de libertades.
Creo que el Proceso de los 23 se convirtió en algo molesto, incluso para el propio régimen, porque les pillaba en el momento en que se estaba buscando una forma de autotransformarse para dar el salto a la España franquista sin Franco.
El tono del proceso era, por parte del tribunal, absolutamente gris y desganado. Aquello era una farsa jurídica: no se tenía en pie. Los que acusaban eran responsables de muertes, detenciones arbitrarias, torturas. . . y los acusados unos defensores de la Libertad y la Democracia. Cada palabra que decían los acusadores se les venía en su contra. El juicio constituyó un buen termómetro de la “justicia” bajo el régimen de Franco: bananera y fascista. En su conjunto, creo que lo que dejó patente fue la dignidad y el nivel de organización y de moral de la clase obrera y el núcleo progresista de la sociedad, frente a la mediocridad del establishment franquista. Los informes del fiscal eran penosos; sus testigos, una pandilla de funcionarios paniaguados y serviles, desfilando con la mentira en la boca. Frente a esto, las declaraciones, llenas de coraje y de sentido de la historia, de los imputados: Aneiros, Pillado, Amor…
Personalmente, con una petición de seis años de cárcel, la verdad es que aquellos representantes de la justicia no llegaron a causarme miedo, sino desprecio y estupor: ¿Cómo podían ser tan torpes, tan zafios, sabiendo que el mundo civilizado los estaba mirando? Aquel tribunal de un régimen manchado por la sangre de millones de españoles era un tigre de papel de estraza que intentaba contar la Historia que nunca existió y hablaba engolando la voz sin convencer a nadie. Daba vergüenza verlos actuar… ¡En qué manos estaba España, qué pandilla de asnos! El régimen era, todavía, la vieja dialéctica de los puños y las pistolas; una violencia institucional que ni siquiera se autorregulaba y actuaba ciegamente en todos los frentes: el mundo obrero, la universidad, la ciudadanía de a pie… Como no podían inspirar simpatía, intentaban causar miedo; pero estaban atrapados: ¿Cómo esgrimir los estandartes de cristianismo y de justicia y progreso con bandas fascistas actuando impunemente por la calle, ejecuciones y represión generalizada? Con el dictador al borde de la tumba, ¿es posible que pensasen que la impunidad les iba a durar mucho? Hasta el propio Ejército empezaba a colocarse al margen.
Cuando hoy se habla de la forja de la Democracia en España y el PP cínicamente, afirma que las libertades fueron cosa de “todos“, uno se acuerda dónde estaban entonces y lo que hacían: perseguir obreros, intelectuales, sacerdotes… cuyas denuncias ponían en evidencia la imposible herencia del dictador: ¿Podía pasar España a sus cachorros como botín de cruzada? Aquellos siniestros personajes han llegado al siglo XXI tratando de figurar en la foto, borrosa por el silencio a que estuvo sometida, junto a sus perseguidos, con la boca llena de soflamas democráticas.


Autor: Enrique Barrera, Rafael Pillado y José Torregrosa
Colección: FUCO BUXÁN
Formato: 14,5 x 21
Edición: primeira, 2''5
Idioma: castellano
Páginas: 248
Encuadernación: tapa blanda
ISBN: 84-95460-43-2


O Xuízo dos 23, que se celebrou en xullo de 1975 en Madrid contra os detidos en Ferrol por mor dos sucesos do 10 de marzo de 1972, foi unha das últimas rabexadas do réxime franquista, unha ocasión histórica na que a Ditadura se viu obrigada a mostrar a súa pouta, xa cansa, pero aínda con capacidade de ferir no máis vivo. Neste libro están, se non todas, moitas das voces máis representativas daquel proceso. Aquí atoparemos, publicados por primeira vez, importantes documentos da época, como o editorial que La Voz de Galicia quixo publicar por mor dos sucesos do 10 de marzo e que lle custou ao equipo directivo de entón unha fulminante ameaza de secuestro da publicación, así como abundante material xurídico do proceso. Progresismo e Reacción estaban enfrontados, e ségueno estando, pero admira comprobar que aqueles principios, entón chamados subversivos e “antiespañois”, sustentan hoxe os alicerces da nosa Constitución, cando aínda onte che levaban á morte e o cárcere.