Se trata de una novela fantástica, en la cual un pastorcillo del siglo XII viajará por la actualidad para tratar de salvar la vida a su rey, Alfonso VIII.
Abella demuestra su exquisita técnica lingüística en una precisa mezcla -y divertida- de castellano antiguo, el usado por el pastor Gonzalillo, y el castellano de hoy. Y también su destreza como narrador, que nos lleva volando a través de 338 páginas, monumentos, leyendas, historia y gentes.