Simplicio tiene 19 años y un buen día recibe la visita de unos familiares de su madre. Con ellos viene su prima Eva, de apenas diez años. Sorprendentemente, y nada más verla, su corazón es alcanzado por las flechas de Cupido y arrasado por un alud de sentimientos como nunca antes había experimentado con chicas de edades más próximas a la suya. Se trata de un amor etéreo, platónico y no carnal. El tiempo pasa y la prima va creciendo y convirtiéndose en una maravillosa mujer. Simplicio, consciente de la dificultad de su empresa, se enamora de otras mujeres e incluso llega a casarse y tener hijos. Eva vive en Las Palmas y Simplicio en un pequeño pueblo de Cuenca. Cuando Eva está lejos el amor que siente por ella se atenúa, pero cuando viene de visita su corazón se acelera y hasta parece circularle más rápido la sangre. Simplicio, a pesar de su pesimismo y de la flagrante imposibilidad de conquistar su corazón, no desfallece en hacer todo lo posible por agradarla, aún en su propio detrimento. Un día los malos augurios se cumplen y Eva le invita a su boda. Cipriano Mengano nos propone en esta disparatada historia