No importa que los poemas hablen o no de ‚l, cambien de tema o paisaje, de forma o protagonista, hay siempre en ellos un tono familiar, una coherencia de fondo. La coherencia que da la mirada personal. La coherencia que da no el hablar de si mismo sino el hablar desde uno mismo. Se ve a las claras que el que les escribe ocupa un lugar en el mundo, en este mundo, y es desde all¡ desde donde mira, juzga, repudia, sue¤a, goza o est jodido.