De manera que, una vez que dejé mi último destino en la Dirección de Asistencia al Personal del Ejército, sin ningún lugar fijo al que tener que acudir
cada mañana, ni otras responsabilidades; con mis tres hijos felizmente casados
y todo el día libre para hacer lo que más me conviniera, organicé mi tiempo para poder dedicarme a poner, negro sobre blanco, todo aquello que fuera recordando...