Una de las primeras cosas que sale a la luz, en el poemario de Eunaldo Amaya Loaiza, es que, por estar inmersa primero en la emoci¢n y luego en la coherencia, la poes¡a y antes su autor, el poeta, no est n para darle gusto a nadie: que, ante todo, se escribe por una necesidad de expresi¢n, no por el simple prurito de gustar. Pues el gusto se inscribe dentro de una categor¡a subjetiva, mientras la poes¡a, como obra de arte, se inscribe dentro de una categor¡a est‚tica que, si bien tiene un componente subjetivo, m s que nada obedece a un criterio objetivo de valoraci¢n para que pueda ser considerada, justamente, obra de arte. Ya dec¡a el casi olvidado Nicol s G¢mez D vila: ?El poeta que no canta, tan solo opina?. Y la verdadera poes¡a no es opini¢n, sino un suced neo de la m£sica, por su m‚trica o ritmo, por su melod¡a o placer auditivo, por su armon¡a o goce est‚tico.