No es nuevo que el gran reto que encaran los países emergentes es el de seleccionar su propio camino del desarrollo económico y social. Ello usualmente referido a la cuestión de soberanía y autodeterminación. Consideraciones fundamentales en la historia de no pocos países emergentes pero condicionadas a la administración nativa de los recursos físicos y humanos con que les son dotados, ante las presiones sociales e interés de dominio de terceros países con un desarrollo relativo mayor y creciente apetito por recursos estratégicos. El desarrollo dependiente y aquiescente por las comodidades que ofrece el apoyo y costosa reciprocidad de terceros se ha visto conduce a la paraindustrialización expresada por la maquila de bajo valor agregado, escasa transferencia tecnológica; la sistemática descapitalización y la ralentización del mercado interno y de una oferta agropecuaria priorizada hacia el mercado de exportación con repercusiones sobre la soberanía alimentaria. Así el diseño de políticas públicas que permitan crecer, invertir, distribuir el producto social y financiarle con equidad dentro del interés nacional y de oportunidades que finquen el bienestar sobre la globalización
