Un d¡a treinta de mayo, don Fernando D¡ez de Urdanivia y D¡az me llev¢ a la Colonia San Rafael, donde se iniciaban los cursos de periodismo en la escuela que se llamar¡a despu‚s ?Carlos Septi‚n Garc¡a?. Mi padre su primer director. Compart¡an la mesa los maestros Ram¢n de Ertze Garamendi, Alejandro Avil‚s y Jos‚ Gonz lez Torres. Al privilegio de reunir en este libro una peque¤a parte de su enorme obra, viene a sumarse mi compromiso de hablar sobre el hombre, el escritor, el maestro, y de ofrecer su imagen de la manera m s completa. D¡ez de Urdanivia y D¡az protagoniz¢ tanto la m¡stica cuanto la picaresca mexicana. Entreg¢ la mayor parte de su vida en aras de la fe y la causa religiosa que le pareci¢ v lida. Pero supo negarse con impecable buen humor cuando lo invitaron a ser miembro de los Caballeros de Col¢n, porque tama¤a dignidad le impedir¡a volver a pisar una cantina. Gracias a don Fernando pude estar cerca de una fauna humana que de otra forma me hubiera sido inaccesible. En Guadalajara depart¡ cada d¡a con Juan Jos‚ Arreola, tambi‚n con el desconcertante Pedro V zquez Cisneros, que mostraba colmillos
