La sabiduría de los antiguos ha hecho resonar durante siglos lainvitación al orden vinculado al dinamismo de la creación de la queformamos parte. El Señor Dios ha creado el mundo poniendo orden, sinnegar el necesario desorden, que es una premisa ineludible decualquier reordenación sostenible.Ser criaturas de Dios y sentirsecada día llamados a ser «capaces de Dios», según la bellísimaexpresión de Ireneo de Lyon, conlleva la capacidad y la voluntad desaber ordenar la propia vida no para convertirla en aséptica, sinopara transformar las tensiones y las ambigüedades en una capacidadreal de armoniosa creatividad.