El caminante en la noche
de Carlos Correas
Carlos Correas fue el introductor de la temática abiertamente homosexual en la literatura argentina, mucho antes de que lo hiciesen otros autores más conocidos como Manuel Puig o Copi. Pero, tal vez por ingenuidad, introdujo el tema de una manera que resultaría traumática para su vida futura: cuando tenía 22 años publicó en una revista universitaria su relato más famoso, La narración de la Historia, en el cual, por primera vez en aquel país (era 1959) se relataba un ligue callejero y una relación sexual explícita entre dos muchachos, pertenecientes a clases sociales diferentes: un estudiante pequeño burgués, frecuentador de cines de mala fama y estaciones de ferrocarril, y un muchacho de la calle. El escándalo que conllevó la publicación del relato en aquella sociedad pacata y represora, le acarrearía una condena de seis meses de prisión, algo que tardaría en superar, aunque no llegó a ingresar en la cárcel.
Autor de culto para muchos, maldito para otros, figura incómoda y perturbadora en el panorama intelectual platense, su obra es el resultado de un constante reescribir su propia vida, sobre todo en sus relatos homoeróticos, donde vuelve una y otra vez sobre sus experiencias y sus obsesiones: el deambular nocturno, el ligue callejero, el lado opaco del deseo, la prostitución, la violencia contenida.
En este volumen recogemos todos los relatos independientes y de carácter homoerótico de Carlos Correas –varios de ellos nunca publicados en vida del autor–, incluido el que en su juventud le costaría al condena por indecencia, hoy convertido en un texto casi mítico dentro de la literatura gay Argentina. Hasta ahora, ninguna de sus obras (que viven, como su figura, un auténtico resurgir en su país natal) había sido publicada en España.
Sobre el autor:
Carlos Correas, nacido en Buenos Aires en 1931, fue profesor universitario, ensayista, narrador y traductor. Eximio polemista y escritor de culto para algunos, en realidad fue un autor y un personaje inclasificable, un outsider, a pesar de que durante parte de su vida buscó la “normalidad” y la respetabilidad social. Tuvo un bautismo literario escandaloso, lo cual condicionaría su futuro y lo sumiría en el silencio creativo durante dos décadas. «Nadie me verá envejecer», aseguran que decía al final de su vida, cuando su figura se oscurecía hasta casi desaparecer en el mundo literario e intelectual argentino y buscaba refugio entre los travestis que se prostituían cerca de su casa. Se suicidó a los 69 años, en diciembre del año 2000. Tras su muerte, su nombre, adornado ahora con la etiqueta de escritor maldito, comenzó a agrandarse..
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