Don Juan Manuel –que contra lo que generalmente se cree, no fue infante sino hijo de infante– fue uno de los nobles más poderosos de su época; gran militar y político y una persona riquísima, pero no ha pasado a la historia por ello, sino por sus dotes de escritor, uno de los mejores del siglo XIV. Su obra más famosa es el libro de cuentos El conde Lucanor, en el que se encuentran narraciones tan extraordinarias como las relativas a don Illán, el mágico de Toledo, o al rey desnudo, escrito cuatro siglos antes que Andersen que pasa por su autor. Uno de los méritos de su obra es seguir una línea argumental –al modo de "Las mil y una noches–: un gran señor, el conde, tiene por consejero a un hombre muy inteligente y, sobre todo, de gran sentido común –el menos común de los sentidos, Patronio–, el noble consulta con su consejero acerca de los diversos problemas que se le van presentando y éste, antes de dar el consejo, ilustra a su señor con un cuento apropiado al caso. Es, sin duda, uno de los mejores méritos del libro, y al autor le ha parecido que se puede escribir otro conjunto de cuentos siguiendo la misma idea, eso sí, ajustado a las ideas de nuestra época. La idea, por lo tanto, es la misma, aunque, los consejos y los argumentos, no.
