Ania regresa a Argentina en representación de su familia para despedir a su tío Agustín. Para hacerlo emprenderá un viaje de mil quinientos kilómetros, que es también una huida del presente hacia las fronteras difusas de la memoria. En un cruce de temporalidades y situaciones, los protagonistas de este libro experimentarán la agonía de sus raíces y la sensación de verse como extranjeros en los lugares que habitan.