INDIANOS ARQUITECTURA DA EMIGRACIÓN NA PENÍNSULA DE BEZOUCOS ARES CABANAS FENE E MUGARDOS

INDIANOS ARQUITECTURA DA EMIGRACIÓN NA PENÍNSULA DE BEZOUCOS ARES CABANAS FENE E MUGARDOS. INDIANOS ARQUITECTURA DA EMIGRACION NA PENINSULA BEZOUCOS ARES CABANAS FENE MUGARDOS COAG COLEGIO OFICIAL DE ARQUITECTOS DE GALICIA

Editorial:
COAG COLEGIO OFICIAL DE ARQUITECTOS DE GALICIA
Año de edición:
ISBN:
978-84-85665-36-5
Páginas:
132
Encuadernación:
Rústica
Disponibilidad:
Agotado

30,00 €



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La huella imborrable de los indianos
Diario de Ferrol

Domingo, 20 de Febrero de 2011

La emigración gallega a América fue, con diferencia, la más numerosa de todos los territorios de España. La búsqueda de un futuro mejor, a veces simplemente de un futuro, motivó la mayoría de las partidas, aunque no siempre el efecto fue el deseado. Muchos echaron raíces, otros se quedaron en el camino rodeados de miseria y otros retornaron tras haber prosperado. Y lo hicieron con nuevas ideas y nuevas visiones no solo de la economía y la política, sino también de la arquitectura, la huella física más imborrable de todas las que dejaron.

reportaje de jose gómez


En otras zonas de España el interés de organismos e instituciones ha dado lugar no solo a la catalogación del cada vez más prestigiado patrimonio indiano –aspecto en el que Galicia, por cierto, también ha dado pasos importantes– sino a la creación de rutas que muestran y explican las huellas de la emigración americana en esos lugares.

La presencia de lo indiano en las comarcas de Ferrol, Eume y Ortegal no es menor, ni mucho menos, y tampoco exclusivamente material, aunque el paso del tiempo –aproximadamente un siglo desde el auge del “retorno” económico y cultural– ha provocado que esa huella cultural en toda la amplitud del concepto haya quedado reducida en la práctica a las arquitecturas.

El estudio de los edificios construidos con dinero de la emigración gallega en América es casi absoluto hoy en día. La Diputación de A Coruña, la Xunta y, sobre todo, el Colegio Oficial de Arquitectos de Galicia han trabajado con intensidad en la puesta en valor de la arquitectura indiana. No es menos cierto que la catalogación de estos bienes, si es que la tienen –muchos de ellos se construyeron hace menos de un siglo–, no se corresponde con su interés ni su categoría. En otros casos, además, su futuro, ahora en manos privadas por regla general, es una incógnita.

Incidencia poblacional > El historiador mugardés Bernardo Máiz asegura que en 1912 residía en América alrededor del 8% del total del censo de los municipios de Ares, Cabanas, Fene y Mugardos –península de Bezoucos–, la gran mayoría concentrada en Cuba, destino que, tras su independencia (1898) siguió acogiendo a miles de gallegos. De hecho, Galicia fue el territorio de España que más emigró, según Núñez Seixas: entre 1911 y 1930 el porcentaje superó el 42% para un total de 733.176 personas. Además, en apenas 18 años, los que van del 1915 al 1933 llegó a Cuba algo más de la mitad de los que dejaron Galicia. Añade Máiz que el 7% de la población cubana de 1931 eran originarios de Galicia.

La actitud, como define el historiador mugardés, de los emigrantes fue fundamental para que pusieran en marcha un asociacionismo que tendría consecuencias positivas para su país de origen. “Os emigrantes/inmigrantes da área de Ferrolterra chegaban aos lugares de recepción cun coñecemento das relacións sociais, do asociacionismo e da reivindicación superior á media entre os inmigrantes”, afirmación que sustenta en el registro de ferrolterranos en las directivas de las asociaciones, activismo sindical y político en la isla –varios de ellos expulsados en 1917–. Abelardo Novo, Guillermo Cedrón o Domingo Deus son solo tres ejemplos de una extensa nómina de ferrolanos comprometidos.

Cultura > Esa “sangría humana” para la comarca vivió su propio proceso evolutivo. Los primeros emigrantes –aproximadamente a mediados del XIX– se empleaban en trabajos mal pagados y poco cualificados, como explica el presidente de la Agrupación Instructiva de Caamouco, Ernesto López Naveiras, aunque la progresiva concienciación en cierto modo identitaria permitió, en primer lugar, la creación de sociedades del tipo de beneficencia y de instrucción que actuaban sobre las parroquias de origen de sus miembros –la pionera fue la Alianza Aresana, en 1904–. El objetivo era dar oportunidades a los parroquianos “residentes” a través de una mejora de su formación para que llegaran a la emigración más preparados y, por lo tanto, con más posibilidades de no tener que dedicarse a trabajos penosos.

La política de estas sociedades o agrupaciones parroquiales funcionó de tal manera que, según López Naveiras, el patrocinio de los emigrantes sirvió para crear decenas de escuelas públicas –multiplicando las que creaba el Estado– por toda la geografía gallega y, en consecuencia, reducir drásticamente los niveles de analfabetismo en los años 20 del siglo pasado. “Esa é a principal achega das sociedades da emigración”, comenta el presidente de la entidad que este año –el 23 de octubre– cumplirá un siglo de vida. “Fundáronse centos de centros noutras tantas parroquias, e iso para eses lugares significaba moitísimo”.

El mecenazgo de los emigrantes fue fundamental, pero el éxito de las escuelas –Naveiras recuerda que la Alianza Aresana despertó mucha expectación entre la intelectualidad autóctona de la época– trascendió la formación más elemental. “Para moita xente era a primeira vez que entraba en contacto cos libros, os centros eran maioritariamente liberais e en moitos casos laicos”, comenta, “o que levou a que estas xestoras encargadas da construción das escolas tivesen a oposición de moitos sectores”. Ahí está el caso de la escuela que los directivos de la entidad construían durante el día y que el sacerdote y sus secuaces deshacían por la noche.

No obstante, varias circunstancias confluyeron para que las escuelas empezaron su decadencia. “En 1926 comezan as crises do azucre en Cuba e apróbanse leis proteccionistas dos traballadores autóctonos sobre os emigrantes, e iso conlevou que o fluxo migratorio comezara a invertirse”. Además, el régimen de Primo de Rivera incrementó el presupuesto de la escuela estatal. El golpe de Estado del 36 fue la puntilla. Acusadas de izquierdistas –su carácter abierto admitía que, por ejemplo, las sociedades agraristas pudieran reunirse en sus locales–, el nuevo régimen se incautó de muchas de ellas, aunque no de todas. En algunos casos, como el de la Agrupación Instructiva de Caamouco, la oposición de sus responsables –en este caso un retornado adinerado, Francisco Bello Casteleiro– evitó esa conversión y pudo mantenerse abierta, sin paréntesis destacables, hasta el siglo XXI.
La comarca registró un elevado índice de emigración a Cuba

Óscar Castro García, profesor de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Universidade da Coruña “Muchos solo allí vivieron la ciudad”

Óscar Castro García, profesor de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Universidade da Coruña “Muchos solo allí vivieron la ciudad”

Desde el norte de la provincia de Lugo hasta A Guarda, el arquitecto coruñés Óscar Castro ha estudiado buena parte del ingente patrimonio indiano de Galicia. De hecho, su tesis doctoral aborda esta presencia, que, sobre todo en entornos rurales, contrasta con las casas modestas de tipo tradicional. “Esta convivencia con mansiones de una volumetría contundente y lenguaje radicalmente diferente es lo que me empujó a estudiar esta arquitectura”, dice.

—¿La arquitectura indiana es diferente según la zona?

—Cada zona tiene un esquema propio de viviendas tradicionales. Por ejemplo, en el sur de Pontevedra son viviendas con perpiaños; en el área de Ferrol-Betanzos son casas “mariñanas” que tienen tres huecos por fachada y cubierta a dos aguas... Es decir, responden más a las diferencias de la propia arquitectura vernácula de las distintas comarcas que a las modificaciones que hicieron después los indianos. A veces simplemente se modificaron aspectos de las viviendas tradicionales, pero en intervenciones más drásticas, de nueva planta, se intenta repetir la arquitectura que los emigrantes ven en ciudades de Ultramar, como La Habana o Buenos Aires, etc. Al final es como un viaje de ida y vuelta porque la arquitectura que ven es una adaptación a las condiciones climáticas de lo que antes se ha llevado desde Europa. Muchos de los emigrados eran del rural y aquí pocas veces habían ido a las ciudades, pero cuando llegan a su destino en ultramar es cuando realmente viven la ciudad. Allí perciben el bienestar y definen sus aspiraciones.

—¿Qué les llamaba la atención de estos inmuebles?

—Su aspiración era mejorar. Todas las mejoras y comodidades que observaban en las viviendas y que ellos ni siquiera conocían intentaban repetirlas aquí, como el agua corriente en el interior, los baños, etc.

—¿Cómo han resistido el paso del tiempo?

—Hay de todo. Hay gente que tiene un apego afectivo a una vivienda porque es el fruto de la dura emigración de sus antepasados. Pero sucede que son fincas e inmuebles tan grandes que hoy en día para una economía familiar es casi imposible mantenerlos, y muchas veces acaban en la ruina, o vendidas a compradores que las trasforman en establecimientos hosteleros, como el Pazo Libunca. Generalmente se respetan sus características originales, pero a veces se hacen otras construcciones ajenas que estropean un poco el conjunto de finca-casa.

Una isla modernista en medio de la ciudad

Una isla modernista en medio de la ciudad
El chalet de Canido fue construido entre 1923 y 1925 por Juan Sisto Vázquez, cuyos herederos mantienen hoy en día la propiedad del inmueble y la finca de más de 4.000 metros cuadrados.

A Rodolfo Ucha Piñeiro corresponde el diseño del chalet e incluso del mobiliario, caracterizado por su riqueza volumétrica y por la proliferación de cuerpos acristalados, que tienen en las galerías una de sus formas de expresión más “ferrolanas”. Como explica Fernando Bores en el libro “Casas de indianos” (2000), “la arquitectura de Ucha se caracteriza, además de por su respeto consciente al contexto arquitectónico preexistente, por la utilización de la galería como principal elemento de las fachadas”.

El Plan Xeral de Ordenación Urbana de Ferrol cataloga este inmueble como de protección no integral (tanto el inmueble como los jardines), categoría que permite actuaciones más allá de la restauración.
Entre sus características más destacables se encuentra la propia escala del edificio (entre viviendas adosadas y separadas con medianeros) y una serie de elementos asociados a las viviendas de tipología burguesa, como un pasaplatos de la cocina al comedor o un cuarto de baño, pues en aquella época la gran mayoría de las viviendas solo disponía de un retrete en la parte trasera.

La Casa da Maleta, un homenaje al emigrante

La Casa da Maleta, un homenaje al emigrante
De los años 20 del siglo pasado data la popularmente conocida como Casa da Maleta, en Barallobre. El inmueble fue diseñado y promovido por Antonio Fernández, “O Adriano” –apodo tomado del nombre de su padre–, un vecino de la zona que emigró a Cuba con 16 años (1882) para trabajar en el sector de la construcción, donde hizo fortuna.

La casa es un ejemplo único en la comarca. Primero, por su excelente estado de conservación, que se debe, según uno de los sobrinos-nietos del indiano, Adriano Fernández, a que la propiedad del inmueble “ha permanecido en manos de la familia y no ha estado desocupada durante grandes periodos de tiempo”.

En segundo lugar, por su ubicación y vistas de la ría de Ferrol, difícilmente mejorables, y, tercero, por lo que simbolizan algunos de sus elementos constructivos. Ese es el caso de la maleta que le da nombre a la vivienda, coronada por una cúpula-mirador presidida a su vez por una escultura del Adriano emigrando. Se trata de un homenaje a la figura del emigrante que, con la antorcha de la luz que porta en la mano derecha, quería mostrar el camino a los que lo quisiesen seguir.

La planta tiene forma poligonal irregular de ocho lados, aunque existe un eje de simetría central en dirección norte-sur, que va desde la fachada de acceso hasta el mirador de la fachada posterior.

Una escuela reconvertida en centro cultural

Una escuela reconvertida en centro cultural
En el capítulo de edificios escolares, el de la Alianza Aresana no es el primero pese a que se trata de la primera sociedad de estas características que se fundó en la emigración (1904). De hecho, no fue hasta 1955 cuando se inauguró. Muy anterior es el inmueble de la Agrupación Instructiva de Redes y Caamouco. El presidente, Nicolás Noche, compró los terrenos en 1912 y la obra se concluyó dos años más tarde, aunque no fue hasta 1915 cuando obtuvo los permisos para poder abrir la escuela de A Tenencia.

A lo largo de sus casi cien años de existencia, el edificio ha mantenido prácticamente inalterado su aspecto y, lo que es más extraordinario aún, su función primigenia, la educación. Incluso tras la Guerra Civil, cuando muchos centros se vieron obligados a cerrar, A Tenencia preservó su carácter privado, eludiendo la incautación que sí sufrieron otras escuelas para ser reconvertidas en escuelas estatales.

Centro cultural > En 1973 se produjo la concentración escolar en Ares, que incluyó la construcción de un nuevo edificio y el desmantelamiento de A Tenencia. Poco duró el paréntesis. En 1974 se creó un aula de párvulos y en 1988 los socios decidieron revitalizar la sociedad y convertirla, además, en el centro cultural dinámico que es hoy.


Pionero en la creación de armarios empotrados

Pionero en la creación de armarios empotrados
Afinales del siglo XIX se construyó en O Seixo, en la avenida Bello Piñeiro, una de las viviendas indianas pioneras en la comarca. Su promotor, el ferrolano Manuel Esperante, emigró primero a Cuba y luego a Florida y Lousiana, donde prosperó como contratista de obras.
Esperante regresó en 1868, compró la parcela y, después de unos años, comenzó las obras. En 1921, Francisco Yárcena (Paco da Estanqueira) y su esposa Matilde compraron el inmueble y, como explican los arquitectos Santiago Bores y Roque Fernández en el libro “Casas de indianos”, hicieron reformas en la cubierta, añadiendo el alero y los pináculos.

La historia de la casa tiene su parte dramática. Yárcena, concejal mugardés en 1931, fue fusilado tras el golpe de Estado del 36. Su esposa continuó viviendo en el chalet hasta que a mediados de la década de los 50 se la vendió a Antonio Vázquez Domínguez.
La experiencia personal y profesional del promotor del chalet de O Seixo quedó reflejada en las características constructivas y decorativas de la vivienda. Bores y Fernández ven en ella correspondencias de los modelos de chalet alpino –cubierta a ocho aguas y de acusada pendiente– y elementos “orientalistas y exóticos”, aires acentuados por sus jardines.

El hecho de que, como explica Óscar Castro en “Indianos. Arquitectura da emigración da península de Bezoucos” (COAG, 2000), los planos se hubieran traído de EEUU influyó en la adopción de soluciones típicas de aquel país pero raras en la zona, como los armarios de pared.