PIMENTEL SILES, MANUEL;COTS I VALVERDE, ROGER;MIGUEZ MACHO, LUIS
Habitamos en ciudades, percibimos el mundo a través de ellas. La ciudad como hábitat, como lugar de trabajo, de esparcimiento, de encuentro social, está en el centro de
nuestras vidas. Por eso, todo lo que repercuta en su forma de organizarse y de prestar los servicios nos afectará de manera muy directa e intensa. Más allá de modelos y
debates ideológicos –siempre necesarios e imprescindibles para el avance y la mejora en una sociedad democrática– exigimos a nuestro municipio servicios concretos de
abastecimiento de aguas, alcantarillado, jardinería, limpieza, recogida de basuras, alumbrado público y demás servicios imprescindibles que conllevan una exigente gestión.
Sus resultados son tangibles y conforman una parte substancial de nuestra calidad de vida. Por eso, los ayuntamientos, entre otras funciones, asumen la enorme
responsabilidad de hacer funcionar de la manera más eficiente posible el formidable engranaje de servicios entrelazados. Si no existieran los servicios, la ciudad,
sencillamente, no sería posible.