Finales del XIX, Deerpark, hacienda de los Heffernan en Galway (Irlanda). Tras la muerte del baronet William Heffernan y, después, de su hijo, queda como última heredera Mary Heffernan, que, con la ayuda del administrador Paul Jennings —narrador de la novela— y la Sra Briscoe, intenta rescatar la finca de la quiebra. Las peripecias se suceden incesantes. Mary decide contraer matrimonio con un pillo sablista, Kish Massy, a fin de tener descendencia que continúe el linaje. Pero lo que a Kish Massy le interesa es el dinero y, al no poder obtenerlo, viaja a América, desde donde envía, asesorado por el padre de una vieja amante que ejerce la abogacía, una demanda de divorcio contra Mary por adúltera, inculpando al inocente Paul Jennings. Al conocer la noticia, Mary fallece de parto prematuro junto con el hijo que llevaba en el vientre. El regreso de Massy, sus muchas jugarretas, los indeseables de quienes se rodea, todo desemboca en su esperpéntica muerte, símbolo también del crepúsculo de una época y de una clase en la Irlanda subyugada a los británicos.
