LA NOCHE DE LOS TRANSISTORES

LA NOCHE DE LOS TRANSISTORES. EL REY PARALIZA EL GOLPE DE ESTADO 23F 23 DE FEBRERO 23-F

Editorial:
SAN MARTIN SANMARTIN
Año de edición:
Materia
HISTORIA
ISBN:
978-84-7140-193-9
Páginas:
160
Encuadernación:
RÚSTICA
Disponibilidad:
Disponible en 5 días

12,54 €


La noche de los transistores: Entrevista a Rosa Villacastín
Filed under: Uncategorized — Deja un comentario
marzo 1, 2011

MARTA RODRÍGUEZ FLORES/ MARTA ALBORNOS DAPENA/ ANA FERRER



El golpe de Estado del 23 de febrero de 1981 en España, también conocido como 23-F, fue un intento fallido de golpe de Estado perpetrado fundamentalmente por algunos mandos militares, cuyo episodio más conocido fue el asalto al Congreso de los Diputados por un numeroso grupo de guardias civiles a cuyo mando se encontraba el teniente coronel de la Guardia Civil Antonio Tejero, durante la sesión de votación para la investidura del candidato a la Presidencia del Gobierno, Leopoldo Calvo-Sotelo, de la UCD.

(http://es.wikipedia.org/wiki/Golpe_de_Estado_en_Espa%C3%B1a_de_1981).

Rosa Villacastín es una periodista española cuya carrera comienza entre los años 1973 y 1983, como periodista especializada en crónica parlamentaria. Nieta de Francisca Sánchez del Pozo, la última esposa de Rubén Darío. Cronista parlamentaria del diario Pueblo en 1981 .

En 1981, publicó “La noche de los transistores”.

El 23 de febrero de 1981, la radio prestó uno de los más importantes servicios a la sociedad. La población española pudo mantenerse informada, por medio de los receptores de radio, de la situación crítica del país durante el intento de Golpe de Estado. Con motivo del 30 aniversario de la llamada Noche de los Transistores.
Rosa Villacastín

Foto: Marta Rodríguez Flores

¿Como en tan poco tiempo pasado desde lo ocurrido, cogéis y lo trascribís todo?

Rosa Villacastín: Había una editorial que se dedicaba a temas militares, se puso en contacto conmigo para encargarme un libro. Era muy reciente casi un mini reportaje más que un libro por qué no daba tiempo. Salió unos 15 o 20 después de darse el Golpe.

¿Crees que fue importante el papel que jugó esa noche la radio?

R: Pensé que había que hacerle un homenaje a la radio, porque fue la que nos salvó esa noche. Si no hubiera habido la radio, si no hubiera estado ese micrófono ahí, con Rafael contando el suceso seguramente los acontecimientos hubieran tirado por otro sitio.

Desde entonces yo duermo con un transistor y enganchada a la cadena ser. Llevo 30 años durmiendo con transistor, pegado a mi almohada y escuchando la cadena ser porque para mí es una de las emisoras, perdonar a las demás, pero aquella noche me enganché a la cadena ser. Y no por nada, sino porque es el trabajo que hizo, la labor que hizo.

¿Como viviste los hechos que ocurrieron, es decir, que pasó esa noche?

R : Yo estaba en el congreso de los diputados. Llegué 3 minutos antes de que los guardias entrasen, de hecho los que estaban en la puerta se empezaron a reír. Yo creí que algún compañero de trabajo, entonces yo estaba en El Pueblo, me había pegado algo al abrigo y me miraba y decía pero si no llevo nada. Entré, me encontré con Julián Lago, que ha fallecido recientemente, y me dijo como ahora es la votación nos vamos a tomar algo y yo pues muy bien, y no habíamos dado tres pasos, cuando Raimundo Castro, que trabajaba en un periódico de Cataluña dice: ¡Que viene la guardia civil dando tiros! Y yo antes de que dijera lo de la guardia civil ya estaba en el suelo, yo ya me había tirado al suelo y pasaron todos encima de nosotros.

Lo único que yo vi, de los que iban delante, eran dos señores que llevaban un anorak puesto y yo pensé inmediatamente que eran un comando de ETA. Porque también era algo que estábamos esperando, que ETA diera un golpe de estado.

Mientras estaban pasando miré, porque todas estas cosas pasan en cuestión de segundos, luego lo he pensado y como pude hacer tantas cosas en tan poco tiempo, vi una puerta, que era del despacho del presidente del congreso con la puerta abierta, me levanté, salí corriendo, me tope con Raúl Del Pozo, yo siempre en todas las historias políticas he querido ver la cara de Raúl del pozo y para mi es un referente, me encanta como escribe es de las pocas personas que yo tengo recortadas crónicas que él ha escrito desde Rusia y la cara de pánico que tenía ya me corroboró que algo muy grave ocurría y que de allí posiblemente no saliéramos. Cerré la puerta del despacho del Andelino, estaban sus escoltas, estaban los escoltas de Martín villa y también estaba Alberto Haza que hoy es el jefe de la Casa Real y dije: “Alberto un comando de Eta viene dando tiros, la guardia civil detrás de ellos, no salimos vivos pero vamos a tirarnos todos al suelo. Y estuvimos en el suelo como hora y pico y allí no entraba nadie, solo mirábamos por la ventana y veíamos muchos autobuses y venga a bajar guardia civil y dijo hija para un comando de Eta sí que hay, deben de estar todos muertos ahí fuera porque si no, no lo entiendo. Y en eso entraron dos guardias, metralleta en mano. Hubo un rifi rafe con los escoltas del Adelino, porque querían las pistolas y estos se negaban. Nos estuvieron preguntando quienes éramos, se marcharon, a la hora y pico volvieron y nos fueron sacando a todos.

¿Donde te llevaron después de sacaros de malas maneras del despacho?

R : A mí me mandaron a tribuna de prensa y allí me encontré con todos mis compañeros. Y decía Pilar Narvión, que era en ese momento la directora adjunta del diario Pueblo, niña tomar nota de todo porque lo que estamos viviendo es historia.

¿Que mas recuerdas de aquella noche histórica, La noche de los transistores?

R : Yo recuerdo, la cara de un Jiménez Blanco que era presidente del consejo de Estado, que estando en la calle, tuvo el valor de irse al congreso de los diputados para unirse con todos sus compañeros. Yo le hacía señales, como hemos recordado hoy, de que si salía el antes llamara a mi casa y si yo salía antes llamaba a la suya.

¿Sentiste medio en algún momento?

R: Si, hubo un momento en el que yo sentía miedo. Bueno igual que Fraga a las 8 de la mañana ya no aguantó a los guardias y se puso a echarles la bronca, yo le dije al guardia que tenía que tomar un café pasara lo que pasara. Y me dijo: “Pues vaya usted al bar, ¿Por qué no va al bar?” Me cogí a dos asesoras de Alberto Oliar que era ministro de sanidad, nos fuimos al bar y me ocurrieron dos cosas muy divertidas. Porque en estos momentos de tensión y momentos importantes también pasan cosas divertidas. Entonces una de ellas, el tipo que iba a entrar antes de nosotras era Andelino, que le habían dejado, allí se comían los carnets de partido, vamos más de uno se lo tragó esa noche, los utilizaban para salir a fumar etc. Pero no le dejaron entrar, porque le dijeron que solo podía entrar la tropa, pero a nosotras si nos dejaron pasar.

Quisiera aclarar, que el momento de más miedo, fue cuando empezaron a destripar sillones para hacer antorchas por si cortaban la luz.

¿ Hubo algún momento en el que esa tensión se relajara?

R: Pedimos un cubalibre cada uno, vino un guardia y me preguntó si podía hablar conmigo, y yo pensando que no conocía de nada al tío, le dije que sí y me dice: “¿le puedo decir algo?”. Y yo dígame usted, pensando por dentro que si me iba a decir algo del golpe, y me dice: “Pues que tiene usted un culo precioso”.

Ya seguimos riéndonos, había momentos de distensión, porque los guardias ya se ponían nerviosos. Estaban en plena euforia, era el momento en el que estábamos recibiendo información de que la capitanía general de Valencia se ha sumado al golpe, que el acorazado iba a llegar enseguida al congreso de los diputados y ellos se jaleaban solos, se contentaban solos, los viva España continuos pero las metralletas también las movían. Fíjate esa noche, que algunos de los guardias no sabían ni porque estaban allí se dispara algún tiro la que se hubiera montado.

¿Cómo fue el momento en el que usted sale, abandona el congreso de los diputados?

R: Yo salí como a la una y pico, antes de que el rey diera el discurso y llegué al periódico convencida de que había triunfado el golpe; con el carnet en la boca diciendo que nadie me iba a parar entre una fila de tanques, de guardias, llegué al periódico y me encuentro al conserje leyendo una novela y digo : “ ¿ donde están los guardias?” y me dice : ¿ qué guardias?, y le digo los del golpe, y él : ¿ qué golpe?, aquí no hay nadie, su madre que m está volviendo loca que no hace más que llamar preguntando que donde está usted. No habían ido al periódico, en otros sitios lo pasaron muy mal.

Me fui a mi casa, escribí y volví al palace y ya estaba José María García subido en ese coche narrando. Luego pasaron los nervios de quién salía y lo que se les ocurriría antes de entregarse.

Todos pensábamos que Tejero se pegaría un tiro. Luego yo pienso que el juicio fue también el mejor antivirus para cualquier otro golpe que alguien pensara en dar, quedar en el mayor de los ridículos.