La risa contagiosa permite al lector conocer las distintas formas que toma el lenguaje, mientras lo sumerge en una historia llena de colores, morisquetas y personajes tan extraños que parecen reales.En un país en el que no existía la palabra hablada, la gente aprendió a decirlo todo ¡pintando! Usaban el amarillo para decir «¡qué lindo día!», el azul para imitar a los pájaros, el blanco para expresar «venimos en son de paz». Todo iba de maravillas, hasta que un día ocurrió lo inimaginable: ¡se acabó la tinta! Y ahora, ¿cómo iban a comunicarse? Ante ese gran dilema, ¿acaso la solución estaba escondida en una carcajada?