La idea de este libro colectivo nació no para aprovecharse de un centenario efemérico sino para intentar cubrir unos cuantos huecos en el conocimiento de nuestro Siglo de Oro y dar a conocer algunas novedades, sobre todo de cara al gran público. De ahí su formato ensayístico, rozando a veces lo literario y su carácter de proyecto que, a buen seguro, tendrá que transitar a medio plazo por caminos más profundos. Si dicha idea partió de dos coordinadores, pronto fue asumida con entusiasmo por una decena de autores, casi todos jóvenes, que pueden englobarse, sin ambages, en la hornada de los historiadores que vienen, los que serán en los próximos años responsables de recoger la antorcha de los estudios históricos en general y
de Toledo en particular. Toledo, todavía en la égida del Greco, era un centro urbano de primer orden. Doménikos se encontró una ciudad bullente, incluso saturada en cuanto a su ubicación en lo alto de viejo casco histórico. La abundancia de mano de obra y avezados mercaderes dieron a la ciudad un indudable semblante de ciudad industriosa y comercial. Pero Toledo no sólo era un milagro económico sino una punta de lanza cultural.
