Escrito a partir de numerosos documentos y testimonios inéditos, este libro narra la tragedia de un buen número de alemanes de origen judío que sirvieron en las filas de la Wehrmacht de Hitler. Aceptaron servir a sus peores enemigos por razones diversas, a veces con la esperanza de proteger a sus familias, a menudo por un profundo patriotismo. Se calcula que fueron entre 120.000 y 160.000. Algunos de ellos alcanzaron altas responsabilidades: es el caso de un mariscal de campo, un almirante y varios generales, que llegaron a hacerse acreedores de las más altas condecoraciones del Reich. Pero siempre su vida pendió de un hilo que tenía en sus manos el Führer, que con su autorización personal posibilitaba que vertiesen su sangre «indigna» en la defensa de la Patria.
En esta obra se descubren aspectos insólitos del régimen nazi, la actitud humanitaria de muchos alemanes «arios» hacia sus desdichados compatriotas, o el compromiso de muchos de esos judíos con la causa de Alemania y nos sorprenderá cómo el propio Hitler llegaba a perder un tiempo precioso, incluso en los momentos más difíciles, estudiando uno a uno los expedientes de cada uno de estos soldados, candidatos a procesos de «arianización» como premio por sus servicios.
En el sangriento camino hacia la «pureza racial» Hitler encontró inesperados recovecos, a causa sobre todo de sus desquiciadas opiniones acerca de la identidad de los judíos. Después de siglos de matrimonios interraciales y de asimilación en la sociedad alemana, distinguir a los judíos y eliminarlos resultaba mucho más complicado de lo que había supuesto. Y como Bryan Rigg demuestra en este provocativo y novedoso estudio, en ningún lugar el atroz proceso de la limpieza racial se enfrentó a mayores contradicciones y confusión que en las fuerzas armadas alemanas.
Contrariamente a lo que se pensaba hasta el momento, Rigg revela que un número asombrosamente grande de militares alemanes fueron clasificados por los nazis como judíos o Mischlinge (medio judíos) en aplicación de las primeras leyes raciales de mediados de los años 30. Demuestra que el número era mucho mayor de lo que se había previsto —alrededor de 150.000 hombres— e incluía veteranos condecorados y oficiales de alto rango, incluso generales y almirantes.
Tal y como Rigg establece por vez primera, muchos de estos hombres no se consideraban a sí mismos judíos y habían escogido la vida militar movidos por su amor a la Patria y su vocación de servicio a la nación alemana. Las fuerzas armadas que los habían acogido y en las que se encontraban perfectamente integrados, no sólo debían considerar la raza como condición previa, sino que se veían obligadas a investigar la genealogía de sus soldados. Pero las leyes nazis no llegaron a aplicarse estrictamente en el seno del ejército. Se otorgaron numerosas «exenciones» que libraron a soldados de la expulsión o a sus padres, esposas o familiares de ser encarcelados o de sufrir un destino peor (la firma del propio Hitler puede encontrarse en muchas de estas exenciones).
El estallido de la guerra dejó más patente que nunca la contradicción entre las leyes nazis y la lógica militar, entre los intereses de Hitler y las necesidades de la Wehrmacht, cerrando la puerta a las excepciones y haciendo que fuera prácticamente imposible para estos soldados escapar al destino de millones de víctimas del Tercer Reich.
Editorial: Inédita; Idioma: español; Encuadernación: tapa dura; Formato: 15,5x24cms.; 421 páginas; ISBN: 978-84-96364-68-4; Año ed. 2009; 1ª edición; Ilustrado B/N.
