Las sobremesas de los domingos en casa de mi prima Leocadia son un delicioso momento para recordar historias familiares; anécdotas más o menos divertidas; situaciones conflictivas o a veces románticas; relatos fieles a la realidad o deformados por el tiempo y la exageración; relatos y leyendas sobre lo que pasó, lo que se imaginó o lo que podía haber pasado. A mí me gusta llamarlas increíbles historias. En cualquier caso, constituyen encantadores temas de conversación que, con el tiempo, se van incorporando a la historia no literal, pero sí literaria, de nuestra gran familia. Esta colección recoge algunas de las muchas increíbles historias que he escuchado, o a veces explicado yo mismo. He seleccionado éstas en concreto por haberlas encontrado especialmente jugosas, por haberme divertido más que otras al haberlas escrito o simplemente por estar directamente protagonizadas por mi prima Leocadia, anfitriona de nuestras deliciosas tardes de sobremesa, y a quien agradezco de todo corazón el caudal de información familiar con que siempre me ha obsequiado.