MADRES Y PADRES INFLUENCERS

MADRES Y PADRES INFLUENCERS. 50 HERRAMIENTAS PARA ENTENDER Y ACOMPAÑAR A ADOLESCENTES DE HOY

Editorial:
GRIJALBO
Año de edición:
Materia
CONSULTA
ISBN:
978-84-253-5788-6
Páginas:
192
Encuadernación:
Rústica
Disponibilidad:
RECÍBELO EN 72H

17,90 €
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«La adolescencia es terrible, terriblemente maravillosa», sorprende la educadora Eva Bach (Manresa, 1963), profe de profes y autora del superventas Adolescentes. Qué maravilla, un popular recetario para afrontar los momentos más pavos del día a día. Madre de dos hijos mayores, la comunicadora que nos enseña a llegar al corazón de nuestros hijos es tan «de mamá como de papá». «Yo he tenido esa suerte. Y a mi madre aún la tengo para decirle el nombre más dulce y que me cure con su voz», dice. Bach ultima nuevo libro, con un título aún secreto, sobre los adolescentes de hoy. «La tecnología está ahí, no hay vuelta atrás. Hay que superar el debate ‘‘¿Móviles sí, móviles no?’’ y tratar de buscar el equilibrio», alienta Eva.

-Viven muy en Instagram, pero los adolescentes son, en esencia, los mismos de siempre, ¿no?

-Son personas que están despertando a la vida, pero son personas. A veces los menospreciamos y decimos, «¡tonterías de adolescentes!». Y esas tonterías son los grandes temas de la vida.

-En una familia de cuatro miembros, padre y madre con dos hijos, puede haber cuatro adolescentes, advierte. ¿Somos tan inmaduros... los padres?

-Hay mucho padre y madre que son, como decía Angélica Olvera, adolescentes cristalizados, y mucho padre y madre que se quedaron en el País de Nunca Jamás, y lo que hacen es tratar de realizarse a través de los hijos. Es como si los hijos fuesen una segunda oportunidad. Lo que ocurre es que nos proyectamos en ellos, y es un error, porque supone negarles su aventura propia en la vida. A veces educan nuestros miedos. No podemos traspasar a los hijos nuestras asignaturas pendientes.

-¿El truco para aprobar?

-Tener una vida propia. Tener una vida al margen de nuestros hijos nos salva y, lo más importante, les salva a ellos de nosotros.

-¿Llevamos mucho «spam» en el disco duro?

-Tenemos que ver que lo que hicieron nuestros padres tuvo sentido en su momento. Hay que recuperar todo lo bueno que hicieron ellos y entrenar habilidades y actitudes nuevas con constancia. Si quieres ser campeón de espalda, ¡piscina, piscina, piscina!

-¿Qué respondes a un hijo que te pregunta si vas a morir?

-Yo a los padres les digo: «A ver, ¿eres inmortal?». «No». Pues habrá que decirles que sí, que nos vamos a morir, pero vamos a pensar que no sucederá pronto. Nuestra vacuna ante la muerte es aprovechar la vida al máximo. ¡Vida, vida, vida! Tenemos que estar en la onda de celebrar la vida, de darnos cariño, tiempo. Cuando cumplí los 50, le dije a mi familia: «No quiero un bolso. Quiero que me regaléis tiempo juntos».

-¿La vida es dura?

-La vida, pese a las penas, vale la pena. No podemos motivar a un adolescente si vemos la vida como un valle de lágrimas.

-¿Qué necesita un hijo?

-Sentirse amado por sus padres, y sentir que sus padres, o adultos de referencia, aprecian y aman la vida. Porque somos espejos.

-¿Se puede educar sin gritos?

-Se puede, pero hace falta una madurez emocional que poca gente tiene de manera permanente. Ese debe ser el reto: educar sin gritos ni malas palabras. Pero lo grave no es soltar un grito, sino que sea sistemático.

-¿De dónde sale hoy tanto desencanto adolescente?

-De que hemos enfocado la felicidad donde no está. Cuando empezamos a tener una vida de provecho, la casa, el coche, los hijos..., viene el bote de pastillas. A veces brillamos por fuera y estamos apagados por dentro. La vida no está en tener, en los logros. El logro es que te guste tu vida y las personas de tu vida.

-¿Un padre es un amigo?

-No. ¡Padre o madre es categoría suprema! Padre o madre es más que amigo, solo hay uno... «¡Por suerte!», dicen muchos. No somos amigos ni colegas de nuestros hijos, pero eso no quita que les tratemos amigablemente. Debemos tratarlos como a los mejores amigos, darles la mejor cara, la que ponemos en una fiesta para causar buena impresión.

-Hay un lenguaje del que los hijos no pasan...

-El lenguaje que llega al corazón de los hijos es preciso y conciso, de frases y palabras, no de párrafos ni parrafadas. El corazón usa las palabras justas.

-¿Qué pasa si hay que decirles cuarenta veces las cosas?

-¡Que no funciona! Las cosas hay que decirlas, como máximo, tres veces. Sin más tomas falsas.

-¿Podemos aspirar a ser «influencers» de nuestros hijos?

-Podemos y debemos ser influencers de nuestros hijos. No tienes que ser la única, pero sí la mejor influencia en ellos para que luego ellos puedan escoger buenas influencias en su vida.

-¿Fue una adolescente de silencios y portazos? ¿Cómo recuerda el salto a toro pasado?

-No fui una adolescente de portazos. Mi adolescencia empezó a los 12 años con la muerte traumática de mi abuela, que desapareció un día después de bajar al río, y terminó a los 19 con la muerte de mi padre, por una leucemia fulminante. Fue duro. En casa no estaba el horno para portazos... Pero, como no te puedes saltar la adolescencia, la mía llegó después. Tuve que rebelarme con veintitantos, para ser yo y hacer mi vida. Es inevitable. Y maravilloso si tienes a tu lado una mano amiga.

La Voz de Galicia