Fue tu felicidad, de terrores homicida. / Fue tu felicidad, multiplicada / en la vulgar materia y en la carne triste. / Aún mil idiomas para tu sonrisa, / de la que no me alejo para no caerme / antes del alba, que la conoció./ El resultado es la sabiduría, / no la fortuna ni la misericordia.
Si culminasen, me acusarían las palabras. / Belleza imperdonable. Omnia vincit amor. / Permanece. Sigue aquí. Te quiero. / Tendrás que perdonarme: ¿nombré lo que era mío? / El poeta no recuerda igual que un hombre.