Club Editor publica el relato de Amador González, “Navegando por el interior”, en el que narra la epopeya de su éxodo “interior”, un viaje que le llevó a recorrer todo el país en un curioso artefacto, el “carro-barca”, tirado por la yegua Noia, a quien les acompaña en el camino la perra Senda. Diferentes aventuras de todo tipo jalonan el asunto. 1.200 euros es el presupuesto total. El carro está formado por una barca vieja y dos ruedas de carro antiguas. Pasen y lean…
Dos años prácticamente a la intemperie. De vez en cuando, alguien le deja su casa para ducharse y asearse un poco. ¿Un viaje? Vaya que sí, pero que muy, muy iniciático. Y “una forma de vida”, como dice él. Ya no quedan historias así. Hay gente que se pierde en la Amazonía, pero ¿quién recorre España con un carro-barca? ¿Hay que estar un poco loco? Posiblemente, sí. Porque las peripecias que salpican la aventura son graciosas, muy propias de un mundo casi quijotesco e insólito en la época de las redes sociales. En ese universo, un montón de personajes se cruzan: peregrinos, pastores, curas, viejas cascarrabias, familias generosas, comunistas, agentes de policía de diversos cuerpos, “picoletos”, personas cabales, “hamperos” de diferente índole…
Pasa por pueblos de nombres impronunciables. Tiene respeto (dice que miedo… no) en noches oscuras en medio de la nada. Serpentea para eludir problemas en no sé dónde. La suerte le acompaña casi siempre. Los malos momentos, fríos, lluvia, soledad, suciedad, frialdad de la gente, malas experiencias con los agentes de la autoridad) también llegan. En las tierras llanas, el carro funciona bien. En las cuestas, la cosa no es tan simple. La yegua tiene alguna lesión en el viaje. No todo el mundo es simpático cuando vas con un carro-barca por ahí tirado por una yegua frágil.
¿Tiene interés literario este libro? Pues no sabría qué decir. En realidad, lo más llamativo de todo esto es el asunto en sí, más allá de cómo esté narrado, explicado, escrito. Por zonas periurbanas, en zonas montañosas, en caminos perdidos en zonas costeras, ¿se imagina usted encontrarse con un personaje como Amador al frente de un viaje imposible en un carro-barca? Pues así ha sido durante dos años. Y sólo con 1.200 euros. ¿Se atrevería usted a hacerlo? ¿Se trataba de demostrar algo? No lo sé. Ha paso algo en el viaje que sea realmente inadito? ¿Les parece poco el hecho de que un hombre joven se apreste a recorrer la Piel de Toro en un artefacto así, pasando noches en los lugares más solitarios de toda la Península en la era de la tecnología punta? El viaje de amador es un viaje al pasado, al reencuentro con la Naturaleza salvaje en los tiempos de Internet. Y, quizás, haya visto, a expensas de contemplar lo infinito, lo que se encierra en el alma humana. Nos veremos pronto y me lo explicará… Hasta pronto, compadre.
Pedro Burruezo
vidasana.org
