"Si tuviera que imaginar a Laura Chica, tal vez la viese entrando en una casa a oscuras, quizás abandonada o quizás no, y recorriendo las habitaciones para poner bombillas en las lámparas rotas. La luz esconde las sombras, no las hace desaparecer, porque el olvido no está a nuestro alcance mientras que el recuerdo siempre nos tiene a mano; nos puede sanar o matar haciéndonos probar nuestra propia medicina”. (Del prólogo de Benjamín Prado, novelista y poeta).