Desde los inicios de la vela como deporte ya en el siglo XVII, el uso de banderas, grímpolas y gallardetes, así como una serie de rituales y saludos tanto en la mar entre barcos, como entre estos y tierra desde las sedes de los distintos clubs, han contribuido de forma eficaz a las relaciones entre todos los yachtsmen del mundo siguiendo una larga tradición que convendría no olvidar.