Hermosas deben de ser las benévolas
con sus blancos lirios en las manos y sus hombros
esparcidos de dolores
hermosas deben de ser las que llevan dentro la furia
en los ojos la tormenta
dentro del vaso agua dulce
dentro del vientre llevan las benévolas
toda la rabia y la sangre de las desleídas
las deslavazadas
las blancas las incoloras
las muertas las matadas
las madres amedrentadas
todo el dolor todos los versos
del verano incólume de lunas rojas
dentro del vientre viento
huracán de uñas llevan dentro
las benévolas
ni animal de tiro
ni arado romano
ni azadón ni piedra plana
ni un dibujo de los surcos
ni esquema ni mapa
me dejaron sola para arar con las manos
me dejaron sola para llorar silencios
solas la tierra y tú para abrirle el vientre
me dejaron sola para encontrar raíces
sin hojas de las que tirar con delicada fuerza
invisibles tal vez amargas
de tanto esfuerzo por ocultarse
me dejaron sola en el refugio
sin yesca
por si me volvía loca
Dona arbre
Som l’arbre
Som la font
Fina Miralles
me saltó del pecho el grito al llegar al bancal
con enroscada niebla en los tobillos
aun así pude verla
a medias erguido el rostro hacia el sol
entornados los párpados blancos
en colosal silencio
ligero fue temblor en la comisura del labio
vasto el asombro ante el tamaño de lo tangible
la desmedida placidez de la raíz encarnada
quise tocarla abrazar su talle rugoso
arráncala me dijeron
no le des de beber
y arráncala antes de que hable
a riesgo de sequía la rocío todas las tardes
por ver si le florece la voz
no pretendo dejar el bancal desnudo
de mujer alarido.