En la Edad Media, como todav¡a hoy, ser fil¢sofo es lidiar con las tesis, los textos, las ideas de las que ellos son portadores, pero tambi‚n discutir con los grandes maestros del pasado, porque, en el sentido pleno de esta £ltima expresi¢n, hacer Historia de la Filosof¡a es hacer Filosof¡a. Es, en una palabra, empe¤arse con otros interlocutores, contempor neos o antiguos, en un combate, el agon studii: la lucha que impone la dedicaci¢n cuando se intenta comprender. Todo esto constituye una apasionante actividad y un fin en s¡ mismo alcanzable en este mundo. Este libro refleja, en realidad, cuatro historias de amor por la Filosof¡a. Concluida su lectura, se tiene la impresi¢n de haber asistido a sendas pruebas de fidelidad y de fe en ella, m s all de la doctrina, es decir, del estilo espec¡fico que muestra cada autor medieval en su ascesis intelectual. Los cuatro fil¢sofos abordados aqu¡ ?Pedro Abelardo, Ramon Lull, Nicol s de Autrecourt y Francesco Petrarca? sin duda lo han entendido de este modo; de lo contrario, no podr¡an haber consagrado sus d¡as a la Filosof¡a, concebida ya sea en su versi¢n de saber