Si la muerte verdadera no es la desaparición física sino el olvido absoluto que llega después, entonces pocos antídotos como la buena literatura contra el veneno de la ausencia definitiva. Está en nuestra naturaleza convocar a los ausentes, alimentar su recuerdo, evitar que se vayan para siempre aunque ya no estén entre nosotros. En esa tarea los poetas trabajan con ventaja: destilan su dolor con palabras hermosas y son capaces de decir a los demás aquello que muchas veces los demás piensan o sienten y no saben cómo expresar. “Y aunque seas ceniza, nada más que ceniza / y aunque se haya instalado el siempre / de tu ausencia / yo aliento tu recuerdo y tu rescoldo; / te rescato caliente”. Son versos del poema 'Huérfanos' extraídos de 'Si la muerte no hubiera sido eso', último libro de Javier López Iglesias