De ni¤os, sufr¡amos una natural asimetr¡a con el mundo adulto. Debido a eso fuimos muy susceptibles a la influencia de los seres primordiales que nos criaron y educaron. Ahora, ya mayores, a£n nos mostramos dependientes, pero de la cultura. Esta, de modo abstracto y simb¢lico, tom¢ la posta -por as¡ decirlo- en nuestro inconsciente, y pas¢ a representar a la autoridad adulta original. En ese sentido, la vor gine cultural y comercial de esta era de la exageraci¢n sobreexige a las personas y coloniza sus mentes, no sin antes estresarlas y agotar sus defensas. Por consiguiente, los afectados se vuelven proclives a la enfermedad, o a otros males. En paralelo, el exceso de racionalidad que producen el discurso tecnocient¡fico, la l¢gica empresario-mercantil y el mundo -en teor¡a, carente de fallas- de la inform tica fomentan en el pensamiento la rigidez, que es otra fuente de malestar y de patolog¡a. Como vemos, la salud humana no es una cuesti¢n solo individual, sino que se halla muy vinculada al modo de vida. Y este, hoy m s que nunca, se encuentra influenciado por los intereses de las multinacionales. Las enfe
-10%
-10%
-10%
-10%
