Lo que hemos llamado materia es energía, cuya vibración ha sido tan rebajada como para ser perceptible a los sentidos. No hay materia."
- cita atribuida a Albert Einstein
Liviano Cordiales, el protagonista de “Un cuenco vacío” asumiendo el destello visionario de Einstein, se ha decidido por degustar la plenitud agazapada en el vacío combinándolo con el espejismo de distorsionante que conocemos como realidad. Puiggròs ofrece al lector rachas de luminosidad desde el otro lado de sí mismo, en donde la rutina está salpicada de sorpresas, de vida y, casi, de milagros suaves, livianos como el propio protagonista.
Utilizo toda mi capacidad racional para volverme loco y toda mi lucidez para desvariar, porque sólo desde un desatino fronterizo soy capaz de ver un mundo nuevo.
Plenitud, vacío, significa borrar fronteras entre el yo y el no yo, entre lo temporal y lo intemporal, entre el egocentrismo y el cosmocentrismo.
Con la lectura de “Un cuenco vacío” puede pasar cualquier cosa: que comience a sacar los trapos limpios de cada lector, que los enamore y que los transporte a la plenitud de esta realidad embrujadora e intemporal que nos permita afirmar como el propio escritor:
Por haber alcanzado la inmortalidad, vendo nicho a estrenar.
