El pasado por cicatrizar es a veces lo más parecido a una caja dePandora. El incauto Boralla se atreverá, no obstante, a reabrir elsuyo, con funestas consecuencias para sí y la terapia que se proponía. Resucitará el fantasma de su padre, un frustrado luchadorantifranquista del que habrá heredado el desprecio de sí mismo.Desempolvará la cartilla escolar de una niñez a olvidar. Retomará sutruculenta amistad con el compañero de adolescencia que terminaráarrastrándolo al desastre de la rememoración. Y volverán a aflorar las amarguras de una juventud que ya era vieja cuando creyó sellarla laTransición.