A la busca del tiempo perdido es una de las culminaciones del apogeo de lo novelesco en los siglos XIX y XX, y convirtió a Marcel Proust en un clásico indiscutible, un revolucionario de la literatura y uno de los escritores más importantes de su tiempo. Si los temas tradicionales de la novela decimonónica persisten en la obra de Proust -el amor, los sentimientos, la sexualidad, la relación entre el individuo y la sociedad, la reflexión sobre el proceso de creación artística-, la perspectiva desde la que están contemplados aquí los renuevan hasta generar un auténtico giro copernicano del género. Las más de tres mil páginas de sus siete tomos no narran grandes hechos, pero ofrecen uno de esos grandes relatos que, desde Homero, se encargan de analizar el comportamiento del «mundo», de los individuos y el conjunto social que lo conforman.
Mediante la introducción de la conciencia de su Narrador y una nueva forma de memoria basada en un estudio tenaz de las percepciones hasta generar la conmoción -a través de una magdalena, de la campanilla del Viático, de un perfume de azahar-, surge un pasado sensitivo, el «
