AMBASADOR ON SPECIAL MISSION

AMBASADOR ON SPECIAL MISSION. SECOND HAND BOOK 1946 EDITION AMBASSADOR IN SPAIN

Editorial:
COLLINS
Materia
Hª DE ESPAÑA
ISBN:
978-92-0-425555-3
Disponibilidad:
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Page 47

General Franco received me in accordance with his regular habit in a spacious library. Although the sun was shining brightly outside, the electric light was blazing. He himself sat in front of a writing-table on which I remarked the signed photograps of Hitller and Mussolini. ...

SIR SAMUEL HOARE, D. C. L., Ll. D., D. Litt. VISCOUNT TEMPLEWOOD
: Ambossador on Speciol Mission. Londres, Collins,
1946. 320 págs.

No puede decirse que haya tenido buena fortuna el volumen en que el anticuo Embajador de Inglaterra en Madrid ha tratado de recoger sus experiencias personales en este cargo. Las Memorias de Hoare, cuyas primicias publicaron varios periódicos y revistas de Gran Bretaña y de Europa, con cierta morbosa y expectante fruición, han sido, en general,
friamente acogidas en el propio público de su país,
Los comentaristas anglosajones han sido parcos en el elogio, cuando no sangrientos en la crítica. Vea quien lo dude lo que del libro escribe, por ejemplo, en The 1-ortnightly, George Pendle, subrayando los aspectos risibles de la vanidad personal del Embajador (1). Recientemente, otro periodista británico,

(1) Véase The Fcrlnightly, núm. 957, Septiembre 1946. GEORCE
PENÓLE: "D. Samuel and the Caudillo" (págs. 187-191). Es una glosa literaria y despectiva para la obra del Viscount Templewood. "Las relaciones
entre Gran Bretaña y España durante la guerra —escribe Pendle— carecieron en absoluto de sensacionalismo"... "El principal asunto era que el
Gobierno inglés y el General Franco, a despecho de su ancha divergencia en otras materias, necesitaban mantener la no beligerancia española." Así
empieza el contrapunto realista y desgarrado de Pendle a la gestión de Hoare, en la que se magnifican y dramatizan nimiedades sin cuento.
Véase, sin embargo, este párrafo dedicado al autor por su compatriota, ridiculizando algunas petulancias: "Cuando el Caudillo lea la traducción
de "Ambassador on Special Mission" se quedará seguramente atónito al ver que las Memorias de tan prominente estadista puedan contener entre
los astutos relatos de los acontecimientos tanta muestra de timidez: aquéllos pasajes de aficionado a la autobiografía; aquellos extractos de cartas nada notables a personalidades prominentes (Lord Halifax, Lord Beaverbrook);
tantos párrafos de las columnas de sociedad; tantas autocomparaciones con grandes personajes del pasado (p. ej., Canning: "mientras, por tanto, me convertí en Excelencia, permanecí siendo un Miembro del

RECENSIONES

Douglas Brown, escribió por cuenta de la Reuter un implacable
reportaje crítico (i). Son dos testimonios, entre muchos
que se pueden aducir, y no provienen, ciertamente, de gentes
afectas a España o a nuestro Régimen. Pero nosotros, al enjuiciar
esta obra, queremos deliberadamente huir de cuanto pueda
descender al ingrato terreno de las alusiones y juicios personales.
Abundan, ciertamente, en Ambassador on Special
Mission (y no sería completo este comentario si omitiera tan
desagradable aspecto de la obra) los adjetivos mortificantes,
las calificaciones de dudoso gusto, los estigmas violentos y
las ironías ásperas, vertidos a granel sobre personas e instituciones
de la España contemporánea (2). Limitémonos, sin

Parlamento y estuve en buena compañía. Canning había conservado su
asiento..." y Wellington: "era el miedo del miedo lo que me obsesionaba,
el miedo, el que me hacía ser débil. No me ruboriza confesarlo. ¿ Por que
había de hacerlo cuando el Duque de Wellington declaraba que de la
primera cosa que él tenía pánico era del miedo?")

"¿Puede éste ser, se preguntará Franco, el trabajo de un hombre, que,
como él mismo dice, ha sido treinta y cuatro años Miembro de los Comunes, "
cuatro veces Ministro del Aire, primer Lord del Almirantazgo,
Secretario del Estado para la India, Ministro de Asuntos extranjeros y
del Interior y Lord del Sello Privado en el Gabinete de Guerra?"

(1) "Le poseía a Sir Samuel —escribe Douglas Brown— el sentimiento
de que de él se esperaba el despliegue de alguna suerte especial
de magia personal. De ahí la nota de histeria que afecta a sus despachos
iniciales en otoño e invierno de 1940. Un auténtico diplomático no
se hubiera dejado arrebatar por tal histeria. No se hubiera dedicado
—por ejemplo— antes de dar comienzo a su misión a adiestrarse en el
manejo de la pistola." (En El Español, núm. 206, 5 de octubre de 1946,
se reprodujo este significativo comentario de la Rcuter.)
(2) La Falange, per ejemplo, según Sir Samuel Hoare, "se caracteriza por su inmoralidad, perfidia e injusticia". Así, con ese alegre desparpajo, se enjuician a lo largo del libro las cosas españolas. No sería inoportuno exhumar aquí algún picante testimonio gráfico —que muchos españoles conocen— de la cordial visita, archiefusiva en gestos, del Embajador
a la Secretaría General de F. E. T. y de las J. O. N. S.
De las faltas de respeto que el honorable gentleman manifiesta a lo largo de todo el volumen hacia las supremas representaciones de la Nación,
preferimos no hablar. ¡Qué se pensaría en la Gran Bretaña de un Embajador español en Londres que al volver de su puesto escribiera un libro motejando, por ejemplo, a Jorge VI con un epíteto no ya denigrante,
sino simplemente irrespetuoso, cada vez que lo mencionara!