Si queremos salvar los cuidados, primero tendremos que investigar su muerte.Los cuidados nacieron para nosotras con forma de promesa. La lucidez de Gabriel Celaya había concedido años atrás a la poesía el honorable título de «arma cargada de futuro», y así también comprendimos nosotras esos cuidados que nos apuntaban al pecho. Hablamos constantemente de revolucionar los afectos, pero tal vez nunca supimos con seguridad qué querían decir estas palabras. Por esa razón, lo que imaginamos como un nuevo paradigma desde el cual relacionarnos de un modo más puro y altruista acabó siendo, sin nadie preverlo, objeto de disputa, recriminaciones e incómodas obligaciones entre amigas y compañeras. Con todo, este no es un libro sobre feminismo. Tampoco sobre los cuidados; al menos, no sobre ellos en la actualidad. Este libro habla de su muerte.Como el detective que investiga un crimen encubierto, indagaremos en el pasado de los cuidados para averiguar por qué su vida en el debate político ha sido tan breve. Quizás aún no esté todo perdido. ¿Existió en nuestra historia alguna experiencia similar que pueda dar cuenta de lo