Este libro trata de batallas singulares, batallas que los pocos ganaron a los muchos, los menos a los más y los débiles al fuerte. Batallas desiguales en la proporción de dos a uno, veinte a uno e incluso doscientos a uno. Batallas que no debieron librarse nunca, porque nunca se debe librar batalla que no se esté absolutamente cierto de ganar, pero que sin embargo se ganaron en inferioridad de condiciones. Batallas insólitas, por tanto, porque lo normal, obvio es decirlo, es que gane el más fuerte Una muestra de batallas desiguales y poco conocidas que sin embargo son del mayor interés: Otumba y Cajamarca, las mayores batallas del continente americano; la batalla por Galicia en el primer semestre de 1809, en que los paisanos desarmados derrotaron y expulsaron a dos cuerpos de ejército napoleónicos; Tannenberg y los Lagos Masurianos, la maniobra por líneas interiores, paradigma de los nervios de acero que debe tener el general; Caporetto o la penetración de la infantería que se vence a sí misma y se sobrepone al agotamiento físico siguiendo la voluntad diamantina de un oficial de leyenda; captura de los pasos del Mosa, ejemplo de audacia en la concepción y de perfección en el empleo de la sorpresa; y en fin, batalla de Efes Damim, que venció un solo combatiente, confiado en Dios y en su pericia en el manejo de su arma. Batallas que fueron sucesos reales, inverosímiles, donde asoma fecunda la osadía y por primera vez -de la mano del general Sánchez de Toca- pueden buscarse en ellas las razones de la audacia en su concepción y decisión, la firmeza en la dirección y la tenaz persecución del objetivo. Y también, cómo no, admirar el arrojo de los ejecutantes y la afortunada desobediencia ocasional de los mandos intermedios.