®Al pasar junto a la casa de madera, se detuvo a escuchar el sublime sonido que nac¡a de tocar esas teclas, no conoc¡a la partitura, pero la sent¡a propia, era £nica, un lenguaje claro y sincero, que lo invitaba a escuchar. Se sent¢ frente al balc¢n flotante de cristal, se convirti¢ en un concierto personal donde el recinto era la monta¤a, el tel¢n las hojas de los rboles y los asistentes el aire fr¡o, la noche espesa y ‚l.¯Se fue adentrando en las melod¡as, una nota tras otra, eran vida y muerte, soledad y compa¤¡a, desesperaci¢n y calma, verdad y mentira, destrucci¢n y construcci¢n. Cerr¢ sus ojos y su historia era el presente, el futuro era el presente, el pasado era el presente, el tiempo se hizo presente y el presente se hizo la eternidad en ese momento.¯De repente la m£sica ces¢, abri¢ los ojos de prisa, alcanz¢ a ver la silueta de una mujer caminando, y luego la luz l nguida se apag¢?¯.