Han pasado treinta y siete años desde su muerte en 1979 y sus poemas siguen arañándonos los ojos. En verdad nada ha cambiado tanto y es la realidad la que nos araña y nos duele. Quizá cuando hayan pasado setenta años, se haya serenado el día y nuestras manos se hayan colmado por fin de amor. De nosotros depende. Los poemas de Blas de Otero, su ejemplo ético y luchador, pueden servir para que podamos ver el mañana sin miedo a que nos dañe la vista. Coged el testigo. Leed, y luchad. Y recordad solo una vez más: "oigan la historia, no la estudien, miente". David Becerra.