Como estudioso de la música pop-rock, crítico musical y buen conocedor de la cultura contemporánea en su magnitud más mainstream, Fernando Fernández Rego nos presenta en Blues from a Gun, publicado por la editorial gallega Volta e Volta, un libro tan inclasificable como lo es su disciplina. Subtitulado Secuencias interiores, reafirma lo efímero de las sensaciones; pequeños pensamientos que, como gotas de agua, corren por la mente del autor para terminar por evaporarse en la quietud de la rutina. Si algo se le puede adjudicar a esta obra es la capacidad para recrear una verdad universal y evidente: el completo caos organizado de la mente humana, que se nos presenta sin tapujos.
El libro se estructura en dos partes que corresponden a cada uno de los títulos. En la primera, Blues from a gun, brevísimas escenas (que en el más amplio de los casos no superan las cinco páginas) nos retratan esa realidad de la conciencia humana. Son retazos de una vida narrada siempre en primera persona, a pesar de tratarse algunos de ellos de historias de personajes de ficción. Están cargados todas ellas de una gran sinceridad, a veces incluso exenta de argumento; por momentos el lector parece estar leyendo un diario más que una novela o una obra de ficción. Podría decirse que cada uno de esos pequeños capítulos son una canción, y de serlo, el disco entero sonaría repetitivo.
Precisamente por esa honestidad con el que el autor nos retrata sus pensamientos más íntimos, normalmente en relación al desamor y sus implicaciones para él, nos encontramos en un túnel sin salida en el que, a pesar de la riqueza de lenguaje, parecemos asistir a la reposición de una historia una y otra vez. Quizás para paliar esta temática reiterativa y que alude al lugar común sin vergüenza, el autor recurre a un estilo que por momentos se acerca al realismo sucio (con buen resultado) y por otros resulta de lo más candoroso e inocente. No obstante, aun tratándose de un estilo muy particular y que sin duda merece ser explotado, se abusa del neón, el cigarro y el sexo vacío. Todo el blues de esta parte termina maquillado por un contraste entre el desamor más pasteloso y la escatología más impostada, ambos sin exigirlos el guión. Los dos extremos no cuajan en una sucesión de imágenes que nos retrotraen a las primeras lecturas de la adolescencia y que parecen no dar más de sí; sin embargo, hay que reconocerle a Fernández Rego el mérito de darles una vuelta de tuerca consiguiendo un escenario con el que en ocasiones podemos llegar a sentirnos identificados; quizás por la naturaleza de la mente humana que, en el fondo, se compone tanto de lo infantil como de lo soez.
Si bien Secuencias interiores, la segunda parte de la obra, sigue el mismo canon estético e incluso temático, su formato (la poesía) parece adecuarse mucho mejor al contenido. Poemas, algunos de ellos narrativos y otros casi haikus, vuelven a mostrarnos la vida de ese hombre consumido por su realidad sentimental que se recrea en un pasado bondadoso mientras ve transcurrir un presente manchado y un futuro sin ilusión. Son especialmente reseñables los micropoemas como “Ficciones asumidas” o “Lágrimas grávidas” que recogen perfectamente esos pensamientos puntuales; chispas en esa máquina que funciona por inercia. La honestidad en Secuencias interiores se muestra de forma todavía más explícita.
No cabe duda de que Blues from a gun: secuencias interiores es un libro que representa estructuralmente lo que es la posmodernidad apoyándose, sin embargo, en el pasado en cuestiones estilísticas. Precisamente por tratarse de “secuencias interiores” del autor, la mejor forma de abordarlo es leyéndolo de forma discontinua, cada capítulo en un momento diferente, para llegar a captar la esencia de esa mente que, como todas, puede llegar a resultar espesa y redundante.
Foto: Pablo Portero