En las profundas noches primitivas los neardentales, los sapiens y otras especies de humanos, se reun¡an alrededor del fuego y danzaban incontenibles al acorde de r£sticos instrumentos como piedras contra piedras, huesos contra huesos, pedazos de duros le¤os entrechocados con duros le¤os, palmas de manos contra palmas de manos, agitando maracas hechas con cocos secos o con calabazas que previamente hab¡an puesto a secar y a las que luego hac¡an un orificio, les sacaban las semillas y las llenaban de guijarros o de otras semillas de diversos tama¤os y clases; tambi‚n le sacaban sonidos a cuernos de animales, a esqueletos de caracoles o a pieles secas que tensaban y que dieron origen a los tambores, soplando ca¤as huecas, silbando, con chasquidos, con huesos cortos a los que hac¡an huecos y convert¡an en flautas. Mientras tocaban, cantaban versos elementales, en un lenguaje rudo, demasiado primario, que desarrollaron con el transcurso de las centurias.