Ricardo Bruñoroca, tras verse afectado en la infancia por las agresiones que padeció su madre Mariana opta por recluirse en su interior y construir un mundo paralelo acorde con su ideal de felicidad: un sueño que le convierte en el duque de Las Tres Aguas -su contrafigura crítica-. Un delirio teatralizado, cómico y humano, que contrasta con la corrupción de las fuerzas sociales que quieren hacerle entrar en razón llamándole al orden y a la discreción. Una situación sarcástica a la vez que dramática.
Ni las cábalas de Ricardo ni las misteriosas prácticas de su esposa Rosmarí, nunca manifiestas del todo, siempre encubiertas y dudosas hasta al final de la novela -posiblemente conectadas con la IA-, ni todo un sinfín de desvaríos que en la casa de los señores Bruñoroca acaecen son suficientes para escapar de la tragedia.
Ante esa locura, Betty y Mary -las hijas de los Bruñoroca- hartas de su situación familiar optan por rebelarse insubordinándose a la moral establecida y en contra de su padre Ricardo que, al final, no le queda otra opción que preguntarse qué sentido tiene su vida.