Araceli Esteves presenta un conmovedor poemario escrito
durante una depresión y su posterior camino hacia la
cura. Largos años de enfermedad de los que surgen versos
empapados de angustia pero también de voluntad de
rendición, de inequívoca esperanza.
La autora comparte poemas escritos desde el dolor y las
tinieblas. O contagiados de una luz que se intuye cercana,
cuando la mente reduce su producción de pensamientos
distorsionados y obsesivos.
En ese largo camino de volver a la vida surgen versos
necesarios, porque poner palabras es una forma de sobrevivir
en la soledad espesa del deprimido. Alejado del mundo de los
otros, para los que la vida transcurre ligera, escribir puede ser
para el enfermo la toma a tierra, el hilo invisible de conexión
con el mundo, el grito que brota de la herida y a su vez el
fuego que la cauteriza.
También en el libro hay espacio para poemas de amor, de
pérdidas y encuentros, ironía y asombro, en un íntimo y
particular canto a la vida
