En el verano de 1925 García Lorca escribió Diálogos, una serie de breves escenas teatrales, considerados no representables, en las que el autor experimenta con el lenguaje, el simbolismo y la musicalidad.
Lorca juega con lo onírico y lo sensorial, creando dramaturgias intensas que reflejan su estilo vanguardista y su profunda visión del mundo.