En la Armada es bien conocida la figura del marino don Antonio de Escaño, sobre todo en las últimas décadas, por haberse dado su nombre a la escuela de especialidades situada en la ría de Ferrol. Pero parece serlo en mucha menor medida en la sociedad española en su conjunto, y ello a pesar de una vida que se podría parangonar con la de Gabriel de Araceli, el conocido protagonista de la primera serie de los Episodios nacionales de don Benito Pérez Galdós. Si de Araceli nos dice Galdós que llegó «de criado a general, y siguiendo los generosos impulsos del pensamiento y las leyes del corazón (…) nació sin nada y lo tuvo todo», el principal biógrafo de Escaño, el también marino José de Vargas Ponce, en su apasionado Elogio histórico escribe: «... hemos seguido a Escaño desde soldado, que no otra cosa es un guardiamarina, hasta soberano, que eso es en el fondo un regente». Y, en referencia al ejemplo que dio este militar, a quien nunca preocupó la obtención de honores ni de bienes materiales, otro marino ilustrado, Francisco Quadrado de Roo, nos habla de «las acciones del que ilustró a sus compañeros con el fruto de su estudio, sabiendo mandar un navío y una escuadra, conseguir se instalasen las deseadas Cortes que todos anhelaban y regir la Monarquía española en tiempos muy difíciles».
Fue además Escaño un marino preocupado por la formación de los marinos de su tiempo, y como obras señeras nos dejó su Cuaderno de instrucciones y señales de táctica naval, unas Ideas para un proyecto de reforma de la Marina Militar y el título de las Ordenanzas de 1793 dedicado a las «Obligaciones del capitán comandante de un navío u otra embarcación». Por ello, con las ponencias de este CUADERNO, tratando aspectos generales y particulares de su vida y obra, se procura honrar y recordar su memoria y su legado.