Una divagación más en torno a Cervantes, en este caso de un Arturo Lorenzo nómada entre nómadas, de frontera en frontera como él y como los mejores degustadores de su caldo añejo, siempre es interesante y estimula, ayuda a no morirse de asco, o de cabreo o de mosqueo, o de algo más fuerte y poco deseable para los otros y, por supuesto, para uno mismo también, que ha aprendido con él ?en palabras de Arturo? que «la poesía es la forma humana de nombrar y hacer nuestro el paraíso». Ese «ser feliz en esta tierra. Sin dioses a los que rendir pleitesía».