Estamos ante la estética implacable de lo absoluto y lo efímero. La dialéctica que revela el choche entre el mundo exterior y la concreción de un lenguaje capaz de descubrir esa instintiva operación de supervivencia, de confabulación con su entorno, desde y hacia la figura del "otro", como experiencia, como encuentro, como confirmación de un estado de ánimo que transcurre entre los raíles de la vida a través de las visiones, muchas veces desconcertantes y dolorosas, que nos devuelven a la realidad de los hechos más cotidianos.