En las aulas, como en cualquier grupo humano, resuenan las historias. Con la salvedad de que una Comunidad Educativa no es una asociación cualquiera: es el reducto en el que nuestros hijos, nuestras esperanzas, se nutren y crecen. Por eso entre nosotros ha de
reinar la coherencia, porque las almas jóvenes aprenden de los ejemplos.