A la par de la medicina, la sed de conocimiento de Antonio Joaquín García Sierra lo ha llevado a
obsesionarse con muy diversos temas y estudiarlos con tanta disciplina que eso se ha visto reflejado
en sus búsquedas bibliográficas. En mi memoria hay cientos, quizá miles de imágenes de él leyendo.
Desde las tiernas épocas en que aún no sabía siquiera qué era una letra, yo ya entendía el valor de
los libros y la lectura. Quizá por eso terminé convertido en escritor. Pero no fui el único.
Conociéndolo, tarde o temprano iba a pasar lo inevitable: no hace mucho tiempo, con la misma
pasión con la que mi padre empuñó por primera vez un bisturí, agarró un lápiz y empezó a escribir
las páginas que componen este libro.