¿Un lugar sin cuentos? ¿Sin historias? Cob pensó: he de partir, noestá bien que los niños y niñas crezcan sin historias.
Pasaron muchos años, hasta que Cob volviera a su hogar, portando un viejo y desgastado zurrón, sacó las historias que había idoencontrando en su viaje, una a una las guardo en tarros de cristal.
Cob las contemplo y sonrió. Aquellas historiasdeseaban ser escritas para ser contadas.