De todas las formas en que a priori se puede organizar una estructura musical, la fuga parece ser la más severa y cerrada dentro de sí misma. La fuga halló su modo de ser en la época modal y dio admirables frutos en el tiempo de la tonalidad; ahora sigue vigente y en un espacio atonal o dodecafónico también puede, y debe, expresarse como organización y como estructura.